Historia del Movimiento Apostólico Getsemaní
Podemos señalar el año 1.983 (año santo de la Redención) como el momento de toma de conciencia por parte de los primeros miembros de que estaba surgiendo algo, una realidad eclesial nueva animada por un carisma que se iba concretando y que tomaba el nombre de “Getsemaní”
Los orígenes y el desarrollo posterior de Getsemaní están directamente relacionados con la labor pastoral de la Fraternidad Sacerdotal en el Corazón de Cristo, asociación privada clerical integrada por sacerdotes diocesanos que tratan de vivir su vocación ministerial en torno al misterio y espiritualidad del Corazón de Jesús,
Getsemaní nace y se desarrolla en una etapa muy floreciente de la pastoral juvenil en la diócesis de Toledo. Es en el año 1.983, año santo de la Redención, cuando el movimiento nace y se va desarrollando en torno a algunas parroquias de la ciudad y de los pueblos de la diócesis de Toledo con un carácter juvenil tanto en sus componentes como en su dinámica.
El carisma se va definiendo y concretando en torno a algunos aspectos fundamentales que son: espiritualidad del Corazón de Cristo desde la óptica de la oración en el huerto de Getsemaní, la fraternidad entre sus miembros y con todos los hombres, y el “sentir con la Iglesia” que derivará en un interés de sus miembros por insertarse en los actividades parroquiales y diocesanas. La vida del movimiento se desarrolla en torno a las reuniones semanales, el retiro mensual, la hora santa reparadora (oración de Getsemaní) y otras actividades habituales, como la celebración comunitaria de la pascua o el campamento de verano; además el espíritu apostólico de estos primeros tiempos, se concretaba en frecuentes “misiones” en los diversos pueblos donde los párrocos pedían ayuda en la animación juvenil evangelizadora. Getsemaní se integrará en la recién formada “consiliaría católica de la juventud”, organismo eclesial diocesano formado por los representantes de los diversos grupos apostólicos de Toledo, que trataba de fomentar la comunión entre los distintos grupos juveniles coordinando actividades pastorales conjuntas. De igual modo, Getsemaní se inserta en la rama juvenil del Apostolado de la Oración, Jóvenes por el Reino de Cristo (JRC).
La asistencia sacerdotal de la Fraternidad Sacerdotal en el Corazón de Cristo se concreta, sobre todo, en el nombramiento por parte del Obispo de un consiliario diocesano del movimiento perteneciente a dicha fraternidad, cuyo primer nombramiento oficial tuvo lugar en 1.990.
También a partir de 1.987 se inicia en el movimiento la sección de adultos, que tratará de vivir el espíritu que años atrás venían viviendo los jóvenes, participando en algunas actividades comunes y en otras propias adaptadas a sus circunstancias, y la sección de niños, con una pedagogía y dinámica inspirada en la sección de niños del Apostolado de la Oración (Movimiento Eucarístico Juvenil).
En Agosto de 1.988 se lleva a cabo una peregrinación a Roma con la correspondiente visita al Santo Padre, coincidiendo con la clausura del año mariano. Estos dos acontecimientos ayudarán a fortalecer el amor y la fidelidad al Papa y a la Iglesia, así como a renovar e iluminar la dimensión mariana del carisma y la vida del movimiento.
Durante los años siguientes, el mayor reto del movimiento será la redacción definitiva de los estatutos para su aprobación canónica diocesana. Su redacción corrió a cargo del Consejo y el Consiliario asesorados de diversos sacerdotes y seglares con suficiente formación teológica y jurídico-canónica. Una vez concluidos fueron presentados a los miembros del movimiento para posibles enmiendas. Al final de todo el proceso de redacción y corrección, se logró definir el texto definitivo de estatutos de Getsemaní que fueron presentados al Cardenal D. Marcelo González Martín en mayo de 1.990. Estos estatutos fueron aprobados “ad experimentum” el 11 de junio de 1.990 por un plazo de 5 años, al término del cual se debería presentar una memoria de la marcha del movimiento para su aprobación definitiva. En el texto del decreto de aprobación de los estatutos, se dice: “…estimamos que contienen en su letra y en el espíritu que los anima, una base sólida y eclesial para procurar la santidad y fomentar el apostolado entre los miembros seglares a quienes contempla en su articulado…”
De la misma manera, en otro comunicado de igual fecha, el Cardenal Arzobispo de Toledo emitía el decreto de erección canónica para la archidiócesis de Toledo como asociación privada de fieles. Getsemaní, había pasado de ser un pequeño grupo de jóvenes entusiastas, a un movimiento diocesano con plena aprobación eclesial que se extendía con gran rapidez y que llegaba a todo tipo de personas.
En los estatutos aprobados Getsemaní se constituye definitivamente como un movimiento seglar. El Movimiento apostólico Getsemaní, se configura como una asociación de fieles cristianos, y se determina por las normas que el vigente código de derecho canónico, en los cánones 298 y siguientes, establece para su constitución, régimen y funcionamiento. De manera que puede pertenecer al movimiento Getsemaní como miembro de pleno derecho, todo seglar bautizado de cualquier clase y condición que reúna las condiciones requeridas por la Iglesia.
Algo que resulta muy llamativo es el nacimiento de un gran número de vocaciones sacerdotales y religiosas dentro del movimiento. De tal manera, que según la memoria anteriormente citada, sólo en los primeros años se pueden citar treinta vocaciones religiosas y seis sacerdotales. Además, empezarán su camino los primeros matrimonios surgidos de jóvenes de Getsemaní
Como fruto de los trámites administrativos oportunos, el día 1 de Febrero de 1.995. se recibe un oficio del Gabinete de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia e Interior, Registro General, en el que se comunica la inscripción del Movimiento apostólico Getsemaní en el Registro de Entidades Religiosas con el número 3.464 de la sección especial, Grupo C (3.464-SE/C)
Finalmente, el 21 de junio de 1.995 los estatutos de Getsemaní eran aprobados definitivamente por el cardenal D. Marcelo González. En el decreto de aprobación se dice textualmente: “…durante todo este tiempo transcurrido se ha podido constatar la realidad de una asociación apostólica que fomenta con intensidad la formación y la vida apostólica de sus fieles…después del discernimiento preciso y de haber obtenido la información requerida sobre el caso, por las presentes venimos en conceder nuestra aprobación a los estatutos del Movimiento Apostólico Getsemaní con carácter definitivo”.
En los años que transcurren desde la aprobación definitiva de los estatutos hasta nuestros días, ocurrirán cambios importantes en el movimiento. Son años en los que la pastoral juvenil de la diócesis de Toledo en general y la de Getsemaní en particular, se resienten de un descenso en el número de jóvenes que participan en sus grupos y actividades.
Sin embargo en estos años, se produce un despegue en la sección de matrimonios jóvenes, que constituirá el grupo más numeroso y vivo del movimiento. De esta manera se irá aglutinado un gran núcleo de familias que será la columna vertebral del movimiento. Comenzarán a celebrarse las convivencias de familias que irán siendo cada vez más numerosas, llegando a superar en número de asistentes (matrimonio y niños) a los campamentos de jóvenes.
En la actualidad, Getsemaní buscando la fidelidad al Espíritu que lo anima, afronta el reto de consolidar el movimiento estructurando mejor su dinámica para adultos, acogiendo el gran número de matrimonios y familias que lo forman, y por otro lado, potenciar la presencia infantil y juvenil, logrando así una renovación en su base. También se camina hacia una mejor integración de los fines propios del movimiento con la acción pastoral parroquial y diocesana en la que se inserta y hacia una relación más estable con los grupos de otras diócesis.